Antología colaborativa de literatura femenina.

por Flor de Luna Comentarios

Nos embarcamos en un nuevo proyecto: recopilar y publicar textos literarios escritos por mujeres sobre nuestro ser mujeres, la feminidad, la menstruación, los círculos femeninos, la hermandad entre mujeres.




¡Las invitamos a participar!



Poesías, canciones y cuentos breves formarán parte de nuestra selección. La intención es invitarlas a compartir sus propios textos y a escribir sobre sus vivencias,  pero también recibiremos textos de sus autoras favoritas. La motivación es compartir las creaciones literarias de mujeres que quizás no se dedican a la escritura. No es un concurso literario sino más bien una ronda de lectura entre hermanas.

Para participar, sólo será necesario enviarnos un e-mail a toallitasflordeluna@gmail.com con Asunto: Antología, el texto que desean que sea publicado y su autora. Todos los textos recibidos formarán parte de la Antología.

Los textos recopilados serán publicados en tres formatos:


  • Digital: en nuestra página.


  • Audio: grabaremos los textos leídos y los publicaremos en CD y en nuestro canal en Youtube.


  • Papel: los textos serán publicados en papel, en un libro para compartir.
Una vez concluida la convocatoria, las colaboradoras recibirán el libro y el CD.

La modalidad será colaborativa, entre todas decidiremos el título, el momento de concluirla y la fecha de presentación del libro.

Nos quedamos atentas al e-mail, esperando sus contribuciones.


Participaciones

1

Amo mi útero

Amo mi útero vivo y fuerte.
Mi útero limpio que late.
Mi útero que sangra rojo y dulce.
Mi útero sano, que ama y late.
Que abraza.
Mi útero que siente y teme.
Mi útero dispuesto, mi útera.
dispuesta
corazona sin cáscara
dispuesta siempre a dar calor.
La amo roja y pequeña
roja inmensa
tremenda, inasible 
inconfundible.
La amo con su voz húmeda.
La amo en su ubicación perfecta.
Amo su lugar en el mundo
mi lugar en el mundo.
El lugar
donde amarnos.


Noe Sánchez


2


Por la libertad de la mujer 


Eres mujer no porque haya hombres.
No eres su mujer. Eres tú.
Mujer libre para vivir,
no mujer para atenderlos.
No seas Penélope.
Cuidado que no se te pase
la vida esperándolo, a este o a aquél.
¡Mujer!  Tu vida está para que la VIVAS.
Con toda la llama que tengas,
con todo el coraje de bailar,
con la valentía de salir de ese hombre como si nada.
Entrar y salir de camas y cuerpos con tu ser íntegro.
Un ciclo de energía, te das, recibes. Al fin, equilibrio.


Mariposa temerosa


Mujer con corazón roto.
Mujer de los sueños rotos.
Acostumbrada a la compañía,
mariposa no se atrevió a andar solita
y buscó estar siempre en una flor,
no comprendiendo mariposita
que su vida estaba en pasar de flor
en flor trasladando aquél valioso
néctar de la vida.
Mariposa estancada
Mariposa quieta
Mariposa con miedo.
Mariposa con miedo habitó
durante más de seis meses
una misma flor, porque estaba
cómoda en esos cálidos pétalos celestes

Bien sabía mariposa
que estaba queriendo
detener el tiempo.

Que no estaba ella
hecha para vivir
en una flor,
que su destino
era reproducir la vida

llevar la vida a lejanos lugares
aprovechando sus alas,
permitiendo así que la esencia
de la flor llegue allí a donde
la flor, atada a su raíz, no puede ir.
Niña mariposa estaba
dando un vuelo cortito
alrededor de la cómoda flor
cuando de repente el viento
se la llevó hasta otra flor

Pero ella, mariposa empecinada,
sintióse obligada a regresar a su flor,
temiendo que no haya otra flor como aquella.

Queriéndose aferrar a un destino
que no era el de ella,
que en cualquier momento acabaría.

Es hora de que la mariposa acepte su destino
y se permita volar, libre.


Historia de una mujer rota


Una mujer con corazón tan roto
y tan pronto de corazón blandito
volviendo a querer, a soñar, a desear
a equivocarse, a extrañar,
a pertenecer quizás, a aferrarse,
a buscar protección y contención
en otro; en un él.

Una mujer así se vuelve a romper,
a desarmar, a entristecer.
Una mujer rota y amando
se descubre entregada al otro
y teme por su vida.

Esa mujer se piensa sin el otro
y tiembla.
“Algo estoy haciendo mal”
piensa entonces la muchacha.

Pues el hombre no le dio seguridad alguna
y preguntado respondió siempre sumando peligros,
acrecentando confusiones.
Expliquemos mejor, la mujer
va dándose desenfrenada
al viejo rito de amar
y de repente se encuentra
con la posibilidad de haberse tirado
de cabeza sola, no acompañada
por quien cree su compañero.

Con un salto al abismo así
la mujer teme por su existencia
y siente una desolación profunda
que le devuelve las viejas tristezas
por proximidad posible.
Entonces la mujer se prepara
para correr lejos, lejos, bien lejos.
No quiere sufrir de nuevo.
No quiere que la vida la golpee ahora.
La desolación la carcome, la persigue, la atrapa.
Su herida abierta en el pecho
canta la angustia con su voz resquebrajada,
contenida por mujeres desoladas como ella.

El cuello está tenso por romper;
los ojos de la mujer son ríos rojos.
No aguanta más las ganas de llorar.
De morir. De-no-más desolación.
Comienza a odiar a quien se descubrió amando
por cubrir el alma y comienza entonces
a esconderse de su locura que amenaza con invadirla.
La mujer se enoja y le confiesa al hombre:
“Tengo miedo. Esa es la verdad. Me cago en las patas”
y le propone una posible retirada,
después de haber gritado su profundo amor.
La mujer espera la respuesta del hombre,
quien se hace esperar.
Llega un mensaje.
Es el hombre poniendo excusas,
diciendo ni lo uno ni lo otro,
desdibujando los trazos que la mujer le ofreció.
La rabia de ella crece
porque crece su incertidumbre
de la proximidad de un golpe abrupto de la vida.
La inestabilidad y el caos la acechan,
la van rondando.

Su cuerpo se desinfla
de la poquita alegría
que iba juntando
y sangra su pena.
Ella se va a amputarse
un trocito más de su pasado,
para ganarle a los fantasmas.
Se emprolija y se pone a escribir.
Él la busca, quién sabe para decirle qué.
Ella no lo sabe. 
Cuando se entera, tarde ya,
decide no emprender búsqueda alguna.
Que el hombre y su destino supuesto vean qué hacen.
La mujer se propone su independencia,
imposible, inasible, dolorosa,
tremenda como crecer.


La energía femenina y la masculina


El hombre corriendo camino al ataque.
La mujer camina adelante.
Es de noche. Él la quiere dañar.
El hombre dispuesto a penetrarlo todo.
Enérgico y violento.

Ella se entregará para que él la posea.
Ése es el destino que les desearon.
La mujer eternamente SÍ,
esperándolo a él,
la misión de su vida es estar dada enteramente,
penetrable, cálida, húmeda, agradable.
El hombre fuerte, viril, erecto,
capaz de bombardear, de invadir el territorio de ella.
¿Qué pasa si lo imaginamos al revés?
Si de repente el hombre camina adelante,
indefenso y víctima
y la mujer lo enfrenta
dispuesta a succionarlo todo.
Ella un aparato succionador,
él un ser entregado  a la succión.
¿Qué pasa si lo imaginamos equilibrado?
Hombre y mujer, mujer y hombre,
frente a frente y con distancia.
Él decidido a penetrar.
Ella decidida a succionar.

Y entonces la profundidad maravillosa,
el universo abierto frente a la succión-penetración
de ellos que en ese ir y volver van abriendo
las dimensiones que recorrerán el mundo
y atravesarán el límite de la tierra
y se harán paso a través del aire
paseando libremente por alrededor de los planetas.
Va esa succión alcanzando la luna
y tiñiéndose  con su brillo leve,
suave, armonioso y profundo.
Se queda la energía de ella
y de él un rato acariciando la luna,
columpiándose en ella
en el ritmo de esa pasión suave.

Luego se van al sol
que lo quema todo.
Se prenden, se encienden,
se vuelven fuego
y se revuelven y se agitan.

Se van de la luna y el sol
esos seres amantes
que somos todos nosotros
y se abrazan al aire,
y se liberan.
Encuentran en su pulso enérgico
del corazón que les late
a esos amantes en la cama
el ritmo creciente y fuerte
de la tierra,
que desde muy adentro
del círculo empuja,
empuja, empuja latiendo.

En cada pulso ES, SON.
Con la gravedad que la esencia
y la presencia implican;
ellos son porque van
latiendo en ese amor
que practican.

De repente se viene el agua
para dejar ir todo,
para que resbale,
para que haya cascadas,
para que todo lo que fue
atravesando esos cuerpos de él y ella
acostados en esa cama amarilla
se vaya y cada uno se duerma
para durar el día siguiente
en el trabajo y la facultad.



No voy a ser la mujer frágil




No voy a ser la mujer frágil
 
que tendida a tus pies te espera.
Voy a desearte, sí, como te deseo, 
porque me encendés mis oscuras profundidades.
Pero te deseo como mujer de hoy,
fuerte, bien hecha, caderona, de pechos generosos.
Y si no estás no me deshago en lágrimas.
Si no me ves se bien lo que te perdés.
Si no me llamás por tu orgullo
de hombre miedoso al amor,
si no me buscás seguido
ni me dejás encontrarte

y sin embargo yo sé
que te genero cosas,
a las que tal vez temerías,

que te muevo las banderas,
que te levanto firmes las velas,
yo entonces te veo más pequeño.

Y voy transformando la rabia en risa,
 en seguridad de mujer.
Porque yo sé que si no te me comportás
me perdés.

Y sé que soy flor de mujer,
porque como tal me asumo.
Las mujeres que nos conocemos
sabemos los huracanes que podemos causar,
los terremotos y maremotos.

Bien preferiría que te aflojes
y me muestres esa veta tierna que tenés guardada,
esa carne floja.

A donde voy, llevo lo mío bien puesto.


Andrea Nastassia Saal


3


Luna


Es la luna la que me dice ven mujer

déjate ver por mi luz,

sal de ahí mujer

déjate encontrar,

deja que nuestras luces se encuentren

danza nuestros ciclos,

los misterios están ahí para ti.

Ama

que mi luz crece,

ama mujer

que tu luz crece

Juntas,

juntas luna mía,

juntas.


Anabel Bonani


4



El escondite se develó como respirar desde el centro
el útero sangra
¿porque aún el dolor y la muerte son tan intensos que corren el centro?¿porque tanto dolor?
     RESPIRO
 blanco, húmedo, seco, ROJO violeta. azúles, AMARILLOS, naranjas.. 

despiertan las palabras que Rondan alrededor de la profunda matriz...al amor 

hacia el centro de una! hacia el centro de TODAS- UNA MISMA  la sangre!  vida! 
V I D A         
aprendices, dulas, hermanas, brujas, compartir vida! compartirSEr
revivir la matriz... TRASFORMARSE EN VIDA , reconocerse AMAR-SE
ser mujer sin dolor

aprendiendo cómo... dulas.. mamasas, abuelas, hermanas 
la copa de vida que me habita, el cáliz de poder. ÁRBOL, PROTECCIÓN
reviven las aguas critalinas de la profundidad.. cristales de cuarzo limpian el útero, cuarzos de luna BRILLAN y se resplandecen en mi AGUA


Mariana Paolucci


5


Luna Roja


Soy Diosa del fuego y la transmutación
surco los límites de lo que vislumbra el hombre en busca del Sol.
Soy lo que sucede aquí y ahora
Soy lo que no se busca, lo que está
Permanente y vacía.
Soy lo que Soy SIENDO
Soy ese apagón, esa ráfaga de luz que persiste
Soy todo aquello a lo que podés nombrar
Soy más allá y más acá, 
como las raíces que me sostienen 
para elevarme a la infinitud de ser Espíritu.
Soy Tierra por donde me toques
Soy Agua por donde me mires
Soy Fuego por donde me oigas
Soy Aire por donde me huelas.
Soy esa brisa de la mañana para compartir
Soy la flor que se abre,
a los cielos y ante vos.
Soy Siendo, Voy
En la espera,
sin esperar
Recordando la muerte
para vivir despertando
cada instante.
YO SOY


Valeria Thomas Temporelli


6



Luna roja

quedate tranquila mujer
masticá de a poco el miedo
cultivá la certeza
de que esa tristeza apelmazada en la garganta
se va cualquier día
sos círculos y círculos y círculos
como tus pechos cíclicos y nuevos
dejá fluir la magia y el abismo
sos todas las fases y los ecos
escuchate el útero la sabia
prepará el pañuelo blanco
                                    y encendete



Nada menos


me siento mujer sobre la tierra
escucho mis ovarios cuando ovulo
tan simple y tan mágico como eso
el peso de este cuerpo me habla bajo
del tiempo que se entiende sin relojes
del ronroneo de las hembras y los árboles
estoy sobre mis plantas
me nace aquel saber más intuitivo
del mundo de crecer de hacer la vida
es todo lo que tengo
y nunca tuve tanto
soy plena entre lo casi
floreciendo
mujer pasando
mujer pisando
olor a sándalo y lima
tras el cascaveleo
reluciente
            de la luna


Cami (Palascasa Poesía)


7


Vuelta al orgasmo


¿Qué es eso que te sube por las piernas? Acelera en los muslos (frío), te cosquillea la ingle  y se te cuela por el borde de la bombacha, se retrae húmeda en concavidad y penetra en oscuros rosados (caliente).
Ahora sientes en inversos remolinos sensoriales, como subes por tus piernas y trepas por escalpadas pero acolchonadas paredes rosas. Te menean con rítmicas contracciones, una, dos, tres, cada una más intensa que la anterior, te sacude un golpe y un grito suspirado.
Eres húmeda, eres líquida y transparente. Fluyes. Te arrastrás y las voluminosas y palpitantes paredes rosas te absorben.  A medida que avanzas, tu alrededor merma y la calma te acompaña, siempre en ritmo, siempre suspirada. Una canción de cuna parece respirarte ahora. Penetras las células, nadas entre fibrillas en una gorda vacuola (los libros no hacen justicia a los colores). Te frenás y escuchás la señal.
Te tocan el timbre, sonreís y cerrás la puerta.


Natalia Crespín


8


Muerte bajo la luna


muero una y otra vez bajo la mirada del astro una y otra noche muero, y renazco cada mañana, ensangrentada pero sin memoria tengo que volver a construir mi rostro mis manos, mi andar y salgo a la calle a andar, nuevamente, como todos los días, una vida nueva, una acción precisa a buscar eso que me haga seguir viviendo cuando lo encuentro soy feliz cuando no, se que me espera una noche más una noche más de esas, en las cuales me desangro llorando esperando... y nunca lloro más que en esas noches de plata, en las cuales dejo de ser yo, para morir y ser otra cosa.


El Viaje de la Sacerdotisa


Tsiganizatsia Soy una sacerdotisa etérea. He sido convocada en el amanecer del tercer día para mi peregrinaje por los caminos solitarios, con el fin de llegar a donde los hombres demoran en hacerlo y así salvar estas ancestrales llamas de su extinción perpetua. Mi viaje ha tenido lugar en kilómetros de soledades azules. Viajar de noche no es un placer pero es necesario. La luna me guía. El sol me reconforta. La luna, que es ella, suplanta mi vista. El sol, padre creador, me cura de mis heridas del camino. La naturaleza se apiada de mí y de mi tarea. De los árboles obtengo mi alimento y del río mi bebida energética. Los animales me dan cobijo en sus cuevas en las frías noches en la montaña. Sólo a lo lejos puedo vislumbrar una pequeña antorcha, de algún parador de hombres trabajadores. Allí pararé, llegado el momento, para reponerme en las camas de los hombres y mujeres. Allí me será anunciado el estado de mi próximo trayecto. El del camino en los bosques. Mi camino solitario e interno se construye a medida que avanzo. Sólo hay una meta. Un objetivo. El camino se construye paso a paso. Tropiezo y eso constituye una marca en el camino. Si me detengo a beber el agua revitalizadora y negra de la noche, si encuentro una seda roja en la rama de algún arbusto, si un ave me susurra algún secreto, son todos eventos que marcan, así como las piedras de la orilla, mi camino. Es el camino del andar. Que podría ser eterno. De no estar esa luz que me guía. He de estar por llegar. Al cumplir mi misión no me subyugaré ante nadie. Sólo soy yo ante el mundo. No beberé la sangre de ningún mártir. No me será robada la insignia de mi tarea. Mi misión ha de ser única y particular. A nadie más puede haber sido dada. No, los detalles no serán develados. Este viaje es peculiar y es asignado unas pocas, sino una, vez en la vida.

Sole Cipollari


9


Ella viene de la luna menguante del claro oscuro de las mil facetas. En su vientre anida la potencia. por sus ramas asciende la savia de fortaleza. Desde ese su centro intenta los pasos Atraviesa su corazón caldero de sueños. En su garganta los rayos ansiosos de cantar, gritar. En sus ojos se irradian todos los colores Y en la cima de su cúspide, la ventana Al cielo


Bri Hafford


10


Musas del ser


Descansaba flotando en aquel líquido de vida.

Estaba lista. Lo supe porque un pequeño ritmo marcaba el pulso de mi ser

Era hermoso. 

Fue el primer sonido que escuché, era mi canción.

Todos mis sentidos se abocaban a interpretarla, entonces pude conectarme y me deje guiar por la entrega total.

Me encontraba omnipresente, incandescente, en pura paz. 
Una entidad de esencia similar me invitaba a la verdad, que se desplegaba místicamente en un pequeño lago rodeado por 7 grandes piedras. Sobre cada una de ellas habitaba una musa. 

Aquellos haces de luz desprendían una vigorosa energía femenina.

-Bienvenida- escuché

-¿Quiénes son ustedes?- me atreví a preguntar

-Eso lo sabrás, déjanos vibrar contigo 

Sin objeción alguna me entregué. La primera musa se dirigió hacia mí

-Soy suave, tierna, inocente y soñadora. Todo me sorprende y cada momento es una aventura. Puedo producir una sonrisa en el momento menos esperado. Anhelo que cuiden de mí y compartir amor. Tengo miles de fantasías y ¡son todas tan bellas! Las risas son mi canción y adoro jugar. Me llaman “Niña”, siente mi ritmo, pues vibro dentro de ti.

Al oír esas palabras me sentí enaltecida y me iluminé; sin tardar, desde la segunda roca recibía un nuevo mensaje

-Soy atrevida, indecisa, cambiante y fantasiosa. Emprendo mil proyectos cada día, construyendo y reconstruyendo. Cuando aprendo, enseño sin saber. Siento a flor de piel. Cada situación es un gran evento. Amo a mis pares, y muchas veces me confundo, pues cambio, cambio y vuelvo a cambiar. La energía rebosa de mi ser y bailo, canto, corro, rio, sueño y vuelo. Me llaman “Joven” y vibro dentro de ti.

Mientras me llenaba de todo esto sentía una nueva voz

-Soy paciente y majestuosa. Dedicada como ninguna, lo cotidiano es mi lienzo y el esfuerzo mi pincel. La ternura mi escudo y el ejemplo mi espada. Soy una montaña, aun así frágil y dulce. Lo doy todo y no pido nada a cambio, soy amor y mis brazos el lugar donde siempre se puede volver. Me llaman “Madre”, y si tú lo elijes, también a  ti. Vibro contigo y dentro de ti.

Me sentía inmensa y cálida, y aún más cuando escuché la siguiente voz

-Soy pasión y dulzura. Me gusta jugar, pero con mis reglas. Soy curvas, soy tacto, piel, aromas y sensaciones. Fuerte y suave a la vez. Renuevo y doy vida. También soy entrega y aceptación. Fluyo con fuego, con goce, diversión. Soy dueña de mi misma y mis límites. Soy respeto, soy amor. Me llaman “Sexualidad” y vibro dentro de ti.

Crecía y me llenaba de poder mientras un susurro ya captaba mi atención

-Soy todo, estoy en cada cosa y ser. Soy experiencia, el principio y el fin, la excelencia. Guio y libre voy, a brillar en cada luna. Puedes beber de mí, pues soy fuente de inspiración. Conozco los relatos más antiguos, los más increíbles y salvajes, y sobre todo, los milagros. Resisto, respiro, enseño. Me llaman “Naturaleza” y  vibro dentro de ti.

Al escucharla, cada sensación se intensificaba en un eco, e incluso sentía crecer. Dos voces se unieron al eco casi simultáneamente

-Soy delicada y suave, fina por naturaleza. Amo los colores, el brillo y el glamour. Espero a mi verdadero y único amor, y todos mis sueños se cumplirán, pues soy la luz de sus ojos. Sé comportarme y complacer. Soy digna, distinguida y compasiva. 
Amo a todas las criaturas vivientes. Me llaman “Princesita” y vibro dentro de ti.

-Sé muy bien lo que quiero y más aun lo que no quiero. Soy osada, no tengo miedo de enfrentar cualquier injusticia o de defender mis ideales. Soy portadora del No-es-No, y mis palabras son firmes como mi mente. Piso fuerte, con tacos o descalza, voy dejando huellas. Muchas veces soy cuestionada, pero tengo paz por ser íntegra, linda, libre y loca. Me llaman “Rebelde” y vibro dentro de ti.

Con este último mensaje me sentí completa. 7 eran, 7 nanas para calmar y llenar mi alma, así como los días de la semana que en pequeños ciclos se renuevan. Fui allí que me di cuenta. Esas musas eran parte de mí, y yo de ellas. Algo mágico que quizá toda mujer es, algo que nos une como algo más que hermanas, hijas, madres, amigas. El ser mujer, el ser femenino. Todas esas fases son potencias dentro de mí. Y estarían allí dispuestas para cada vez que las necesite, incluso más de una a la vez. Entendí que el ser mujer es ser potencia en ser; en cada acto, en cada beso. Este sentimiento me invistió y lo acepté como a un regalo, entonces pude sentir a la mujer que me albergaba en su vientre decirme “bienvenida”. Vi la luz. Percibí amor y felicidad, y escuché: “es una nena”.


Daniela Bouhid


11


 MUJER

Somos vasija,
cántaro
llanto de alumbramiento
risa prolongada en vida,
sacerdotisas de lo cotidiano.
Hacedoras de sueños.
combatimos todos los días
inventando la trama distinta
para burlar lo que le amputan a la vida.

Mujer
nuestra alquimia fue
reconocer el valor de lo pequeño.
es nuestra hora
el otro nos mira,
nos reconoce,
camina a nuestro lado.

con los pedazos rotos
de vasijas antiguas, 
haremos la gran vasija
que nos contenga a todos.

Anidaremos sueños nuevos
reiremos hasta enloquecer,
y lloraremos cuando haga falta.

No importa que nos digan ¡Locas!
¡Locas por la vida!
¡Locas por lo débil!
¡Locas por lo frágil!
¡Locas por la memoria!
¡Locas contra la cordura
que anestesia y destruye!

Irremediablemente ¡Locas!


Graciela Roqué

12

Menta Saez nos colabora con una canción que podés escuchar aquí: Mujeres


13

Podés escuchar este cuento aquí

Como el Río

Sus cabellos rubios, pringosos, desteñidos, se confundían con las hojas secas de los sauces. Me los imaginaba bien lavados y cepillados, brillando al sol, allí, a la orilla del Paraná. La niña, aferrada a la muñeca nos miró seria, inquieta, misteriosa, como el río. Le calculé unos diez años. Su mirada,  desconocida para mí, fue un extraño llamado. La muñeca de loza antigua, con la cabeza rota y los ojos fijos, parecían la continuación de los de ella. Sentí desolación al ver un resto de pintura roja en los labios de la muñeca. Una mágica simbiosis desprendían las dos. Su presencia parecía plasmada en aquel paisaje desbordante de cañas, malezas, árboles verdes. Era como si no existiese el invierno, aunque en las hojas negras de las plantas acuáticas del río, se veían las fuertes heladas que soportaban.  
La niña esperaba algo. La bolsa con  ropa usada que todos los años preparaba para los guías isleños se la entregué a ella. La tomó ávidamente y se la pasó a Mario, el padre, quien de un envión la tiró al fondo de la canoa atada a un palo descansando en las aguas quietas. El regreso a la choza lo harían más tarde, cuando pescaran algunas bogas para comer.  
Desde nuestra lancha le preguntamos si había visto dorados o surubíes. Contestó en el intrincado lenguaje de correntino y guaraní.
Los vi “cazando” en la boca del río.
Antonio, nuestro guía, desilusionado de Buenos Aires había vuelto a su Corrientes. La oscuridad de la ciudad, lo asustaba. En el campo siempre hay luz, de noche se puede ver.  Nadie como él conoce el norte del río en Esquina, El Colorado, El Toro, hasta San Javier. En cambio para Mario no existen secretos hacia el sur. Los arroyos, los beriles, las correderas, los bancos de arena, las islas flotantes de troncos que emergen semejando apariciones de casas abandonadas. El Ingá y El Ingacito son sus territorios. Ninguno se mete en la zona del otro. Por menos de eso, sacaban cuchillos, o revólveres. Muerte y desaparición. Después, decían que el río los tragó.
Antonio puso la lancha en marcha. La imagen de la niña se veía cada vez más distante a medida que nos alejábamos. Sentí deseos de quedarme con ella, abandonar la pesca,  preguntarle cosas, oir su voz de río, saber cual era su mundo.
El guía se introdujo en un arroyo.  Se siente olor a “catinga”, acá hay cardumen.
Súbitamente todo había cambiado. Allí el agua era diferente, sin las encrespadas olas revueltas y marrones del río, casi sin movimiento, semejando un pequeño lago. Los camalotes flotaban lentamente hacia las orillas formando un tapiz de lado a lado, por lo angosto del afluente.
Mientras esperábamos el pique le pregunté a Antonio sobre la niña y su padre.
Se dio cuenta que ella está “gruesa”, ¿no?.
No es posible, si es una nena.
El padre del crío puede ser el propio Mario, el tío, uno de los primos.
Imaginé la choza oscura, todos juntos, durmiendo, copulando. Actos privados sin concesiones. Apreté mis manos sobre la caña de pescar. Aquella cultura, su condición moral, tenue, animal, primitiva. Un mundo violento y real.
Tenía  que verla de nuevo. Podía estar despedazada. Decidí que la ayudaría. Llevarla con nosotros, salvarla de aquella infinitud perversa. Violada, jugando con una muñeca de loza.
Al caer la tarde volvimos entre el rojo del cielo y el vuelo de los Martín Pescador que también regresaban a los nidos. Nos detuvimos en el puesto de Mario. Antonio ató la lancha y yo di un salto.  
Mario, me quiero llevar a su niña.
¿Para qué?
Para  educarla, mandarla a la escuela, que viva en nuestra casa, no le faltará nada.
Ella no necesita la escuela, ella no quiere irse. Esta es su casa.
Construido más arriba de la orilla, protegido de las crecidas avariciosas del río, el rancho tenía una arpillera que tapaba la entrada. Empezó a salir gente; niños, dos mujeres, unos muchachones. Caminaban lentos, una procesión exótica. Me rodearon impacientes en el gesto. Amenazantes. Sentí el ronroneo del motor de la lancha, que seguía esperando mi regreso, como un escape.
El Paraná, inquieto, parecía entigrecerse, otra vez. No podía demorar más la vuelta, la lancha no resistiría olas demasiado furiosas.
Volví a la embarcación. La mirada ensombrecida y burlona de Antonio, no coincidía, con su voz seria, diciendo que mañana a las siete, pasaría a buscarnos. Los guías habían sentido olor a catinga al norte, allá, por San Javier.
Mi “creencia” había terminado y con ella el bloqueo de la realidad. La niña seguiría  como siempre, como todos. No había conflicto. Dolía, tan solo. Pronto acunaría un bebé junto a la muñeca, sin saber de rebeldías, vivir sin demasiadas penas.
Lo único que yo había tenido en cuenta era mi propia visión.  Supuse que ella quería que la salvara. De qué.
Todo se mantendría igual. Aquella situación era la de siempre, la de antes, la desde el primer ancestro. Sobrevivientes de una civilización, de un destino. Los hombres y mujeres isleñas seguirían gritando cuando sintieran catinga, el olor que trae cardumen. Era su mundo, el sustento, alegría de lograr una buena jornada de pesca. Trueques de harina, fideos o azúcar por un carpincho o pescado, con los hombres de las enormes embarcaciones que cruzaban el Paraná.
Incesantes, escucharían con la respiración suspendida en un anzuelo de creencias y leyendas alucinantes, los relatos de duelos, reyertas, venganzas. De las extrañas luces que flotan alrededor del árbol del Ingá y de qué,  aquellos que las ven, quedan ciegos, mirando eternamente soles como oro, con los ojos de adentro.
De noche, una ardiente ansia subiría como un pez remontando el río. Olor a catinga en las axilas, en el sexo. Un hálito rancio, treparía por las paredes. Miradas negras que transmiten deseo, sin seducción.

Una soledad inmodificable en un acto, sin amor. La sombra de aquella realidad, había matado mi propio soñar. Únicamente me quedaba alisar la arena del río, acostarme sobre ella y tragar el grito. Tal vez no fuese sórdido. Tal vez.

Lila Lenvinson


14


Mujer Luna


8 de Marzo. Bicicleteada Día de la Mujer.

La mujer luna toma su bicicleta se enfrenta a un desafío, dejar la casa, los chicos, sortear el tránsito hasta el parque, llegar al encuentro. ¿Quiénes serán?, ¿quién sabe?, ¿qué importa? Vamos a conmemorar nuestro día.

Hola chicas, hola chicas, hola chicas, pedal… risas, pedal… paseo, pedal… momento de hablar.

Es su turno, la mujer luna comienza a hablar dice en oriente todavía hoy hay mujeres mutiladas dice, tenemos mas derechos, quiere decir cuidémonos entre nosotras, quiere decir no nos juzguemos, no seamos nuestras enemigas, quiere decir pero rompe en llanto, un llanto que ahoga como un río bravo que sale desde sus entrañas, quiere decir y lo dice entre ahogos gritos y lágrimas.

Pedal…paseo, pedal… abrazos, chau nos vemos.

La mujer luna reflexiona. Si algo hace una mujer luna es reflexionar cuestionar, pensar, pensarse.

Ese llanto no fue por nada, ¿qué te pasa?, ¿Qué te pasa?, ¿Qué te oprime?, Acá en occidente somos libres, ¿Qué te oprime? ¿Qué te oprime?

Otra mujer luna llega en forma de mensaje y dice las mujeres guardamos, en nuestro útero, en nuestras conciencias, en nuestra memoria el dolor y sufrimiento de nuestras ancestras que fueron oprimidas. Ese dolor es un llanto guardado por generaciones.

La mujer luna lee, reflexiona. Si algo hace una mujer luna es reflexionar cuestionar, pensar, pensarse.

Otra mujer luna llega como una invitación “Taller de Autoconocimiento Femenino”.

Otro desafío, dejar la casa, los chicos, muchos días, muchas horas, ¿Quiénes serán?, ¿quién sabe?, ¿qué importa?

La mujer luna acepta, ella sabe, tiene que ir, tiene que poner palabras a sus reflexiones, tiene que ver qué pasa, tiene que escuchar, tiene que descubrir.

La mujer luna habla, canta, baila, ríe, pinta, llora, abraza.

La mujer luna descubre espacios para ser ocupados, risas para ser reídas, llantos para ser llorados.

La mujer luna se redescubre, se reconoce.

La mujer luna comienza un viaje.


Brenda Montibello


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Tu esencia


Yo soy la tierra que late,

la lluvia que renace,

el corazón fértil

que estalla en árboles.

Soy la estrella guía

de tu deseo, y el mío...

Piel fecunda 

de la que nacen besos 

y los labios que nunca se cierran,

porque están ocupados amando.

La que puede dar a luz las tormentas

y a mares furiosos.

Soy la que se viste de lucha.

Orgullo cálido prendido

como sal en la lengua.

Es cielo lo que me acaricia a veces.

Yo soy, 

la tierra que canta. 



Con la luna en el cuerpo


Salta loba y corre, 

y desgarra con tus colmillos

aquello que nos ata

Aúllale a la luna llena

esa que se hincha como un vientre,

que huele a secretos de mujeres.

Cántale a la luna, loba

esa que se ha metido

entre tus ojos claroscuros

que desde el cielo hace bailar

a tus mares rojos.

Acúnate en ella

la que se coló entre tus senos

esa que late suave 

y alimenta a tus cachorros.

Y escucha a la luna

debajo de tu ombligo

que da impulso de correr a tus piernas

que grita en orgasmos

que te dice que bailemos 

y que completemos el círculo.


Cíclicos


Me llueve en sangre el corazón.

El que guardo entre mis caderas.

Y tú, hombre que amo

te alejas, te asustas, te confundes.

Ven y deja que te muestre

y que te re-enseñe a amar

esos secretos calientes

que son parte de mí, tan hermosa

que no puede no gustarte.

Huele y toca y sé parte 

de los misterios de la vida

que son simples y espirales.

Y que puedes ver

si levanto mi velo profundo. 


Para adentro


Tomo la mano de la niña

y me dejo abrazar por la madre

y conducir hasta la anciana

que me espera en el bosque.

Me muestra un ovillo dorado,

es como el hilo de Ariadna,

que me guía de vuelta 

hasta el comienzo, 

Ese útero que late fuerte

coronado con dos ovarios suaves,

Y conectado a la pálida 

luna en el firmamento.


Micaela Fe Lucero


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Le Petite Mort




Sonríanse
que hasta los huesos
merecen alguna vez
en esta mísera vida
temblar.
Rocen la muerte
de tanta cosquillas que sienten
y en la pausa de la carcajada
resuciten
renazcan
reanuden la vida
y vuelvan a morir...
Una
y mil veces,
una
y mil veces más.


**


Estoy tirada

amordazada

con escamas sangrantes

que hierven bajo el fuego irascible

que no logra encontrar herida que quemar

sino insaciables ganas de morder


apretar

estrujar

romper

gritar

correr

temblar

acariciar...


Pero somos bruja

Somos luna

Somos árbol

Somos hechicera

Somos galaxia

Somos tierra

Somos loba


Cuando todas nos liberemos, volveremos algodón las piedras.


Verónica Villafañe

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Ella ya no se pinta las uñas



Ella ya no se pinta las uñas. Ella chasquea los dedos, canta y se acompaña con palmas, zapatea con los pies descalzos, se deja atravesar por el ritmo. Ella golpea con furia el cajón peruano. Y también con amor. A veces sus manos se lastiman y se enrojecen, se le hacen callos, pero no le duele. Son heridas de guerra.


Ella pinta vidrios de colores y fabrica ladrillos de adobe y labura como una mula (como un hombre, dirían algunos) para construir su casa, su mágico lugar en el mundo.


Ella cose, borda y teje, manos y corazón enredados, formando un todo; y siente muy adentro la voz de su abuela transmitiéndole esa pasión por los hilos de colores.


Ella juega al fútbol con su hija y le enseña a trepar a los árboles. Y también le compra un vestido rosa, porque a la pequeña le encanta ese color. Y porque el rosa, como el fútbol y como el mundo entero, no es de nenes ni de nenas. El rosa es sólo un color y es hermoso.  Y no tiene la culpa de lo que nos ha hecho el patriarcado.


Ella creció en un taller, entre aceite y olor a nafta. Aprendió a manejar a los doce años, en una siesta de pueblo y auto robado al viejo. Hoy es la primera mecánica de su familia y de este modo continúa una sólida tradición familiar mientras rompe otra.


Ella ya no se pinta las uñas. Prefiere la belleza de unas manos que hacen. Antaño las pintaba. De negro. De verde. De violeta. Quizás por diversión. Quizás por verse más “femenina”. Hoy se pregunta qué quiere decir esa palabra. Y si ella lo es. Y si debería serlo.


No. Ellas ya no se pintan las uñas. La tarea de fabricar día a día sus propias vidas las tiene tan ocupadas, que no tienen tiempo de sentarse a esperar que el esmalte se seque.


8 de Marzo


A las que luchan incansablemente por la libertad.

A las que encontraron una cárcel más cómoda y se dieron cuenta de que eso no les 

basta.

A las que no se creen el cuentito de hadas.

A las que escriben su propia historia.

A las que aman a un hombre.

A las que aman a una mujer.

A las que aman.

También a las que odian, las que se enojan, las que pierden la paciencia

(el amor y la bondad están tan sobrevalorados...sobre todo entre nosotras)

A las pobres minas.

A las minas pobres.

A las que se cansaron de los golpes.

Las que dicen “Basta”.

Las que dicen “Chau”.

Las que dicen lo que necesita ser dicho.

Las que te cantan las cuarenta.

Las que no cantan por cantar.

A las que le hacen frente a la injusticia.

A esas de flores rojas y blancos pañuelos.

A mis hermanas.

Las de la sangre y las de la lucha.

A las que no pueden vivir sin los tacos y el rimmel.

A las que les chupa un huevo ese asunto del glamour y por eso son tan lindas.

A las madres.

A las hijas.

A las brujas, putas y yeguas.

A mi Yegua querida.

A las mujeres, por biología y por elección.

A todas nosotras, no por ser bellas y etéreas y dadoras de vida y la mar en coche.

Sino por que sabemos que mujer no nacés, te hacés.

Y, muchas veces, te hacés a los golpes. Con violencia y con humillación.

Otras, te hacés entre algodones, muñequita sumisa y dependiente.

Te hacés superando prejuicios y mandatos. 

Te hacés cuando te das cuenta de que no sos si sos para otro. 

De que sólo sos cuando hacés algo con lo que te han hecho.


Por eso, a todas nosotras: feliz día.


Florencia Ordóñez


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Sagrada Germinación



Diosa, medicina perfecta,
semilla cósmica
alfa y omega,
sacra universalidad,
néctar de vida
bendícenos!


Verónica Montiel

19

Necesito alguien:
Que ame los pelos de mis piernas
Que me haga gemir como nunca lo hice

Alguien,
Que esté esperando con ansias
El momento de verme

Que me coma con los ojos,
Que al observarme sus ojos me desnuden,
Que me comparta miradas cómplices
Cuando algo nos recuerde momentos juntos

Y que en las reuniones sociales
no se aguante
las ganas de amarme
Que tenga el suficiente valor
y sea un poco descarado,
lo necesario,
para invitarme
sutilmente,
a retirarnos a gozarnos

Que me mueva el piso
Que su compañía sea
tocar el cielo con los talones
caminar por las nubes.

Que me enseñe lo bello
Que descubramos juntos música
y poesías que nos conmuevan.


Que pueda entender todo
desde lo espiritual,
la mente: solo una herramienta,

Que nos abracemos
mirando atardeceres
increíbles
.
Que disfrutemos el sexo,
pero,
cuando el cansancio del día
nos pese,
estemos dispuestos
a disfrutar nuestros cuerpitos
al tendernos a descansar.
Que sepa amanecer apretadito
que le guste dormir conmigo
en cama de una plaza,
o en un sillón.
Y que solo tenga
que taparme
con una cobijita
porque disfruto
de su pecho estufita
cerca de mi espalda.

Que me rodee,
con su brazo,
por mi vientre.
Que al despertarnos
nos miremos a los ojos
y sonriamos,
orgullosos,
de tenernos.

Que nos sumerjamos
en la bañera con agua tibia
y que así nos vayamos mimando,
nos relajemos juntos
y que así se nos escurra el tiempo.

Que bailemos sin música
sin buscar la razón

Y que después me invite
a acostarme sobre su torso
a mirar las estrellas,

que nuestra respiración
se unifique…

Que la noche se haga única
con los ruiditos del campo

que compartamos
un fasito,
que la luna
sea nuestra…

Alguien que sepa separar
la rosca
del resto
de su vida

Alguien que sea tolerante
con todos los seres
Que elija,
pensando,
el bien común.

Que esté informado,
que sea práctico
en la estrategia
para construir
el cambio social

Alguien Que todo lo haga sonriendo,
que convierta todo
en algo placentero
y que sea ajeno
a los nervios
Alguien que entienda
que la vida es una
y hay que vivirla.

Que nos equilibremos
 mutuamente,
que nos balanceemos
nos transmitamos paz.

Alguien,
 que ame mis pelos
que ame mis sabores

Alguien,
con quien nos veamos seguido,
cuando nos necesitemos.

Que sea yo la primera
y la más deseada opción
a la pregunta:
Qué hago ahora?

Para así compartir
nuestros espacios vitales
y explorarnos todos
los lugares que tenemos
para amar

Y recorramos
nuestra piel,
cada vez,
como si fuera la primera
y la última


Valentina Saur Palmieri (con la colaboración de Andrea N. Saal)

20

Ay Dolor

Me duele acá dentro,
Tabú,
Color vino, salú!
Donde la sangre tiene que quedarse
donde no asquea a nadie
Donde los ruidos no son vergüenza ni qué tanto espamento,
Donde hay secretos, donde hay cuevas en las que alguna vez me escondí
Y nadie me buscó, se terminó el juego y se olvidaron de mi.

Ay.
Ya que nadie pregunta paso a describir,
Hay
un útero que me nombra
con todos los nombres del diablo,
y salen disparados todos mis animales
por todos lados.
Trepando los cajones me miran los gatos,
contra la ventana asoman las jaurías,
los lobeznos jugando en el techo,
y sobre ese teléfono viejo
una lechuza limpiándose las plumas
me pregunta sorprendida:
-          ¿todavía te sorprendés, querida?
Pero claro, si cada vez que llueve
Tengo que anunciarlo,
Si cada vez que veo un gato
Digo “un gato”,
Como si las palabras completaran algo
O nada más dieran placer cuando entran y salen de los labios.

Violenta, jetona y profundamente amorosa,
mostrando los dientes,
rumiando el alambre entre los huesos,
De cobra furiosa y de cobre dorado.
Buscando con la lengua un poquito de carne
Que haya quedado,
Un punto firme
En donde frenar
Éste dolor parlanchín,
En donde callar
Al chiquito malcriado que llevo colgado del pecho
Prendido con los colmillos a los pezones rígidos, idiotas, pesados.

Y todo va
Para abajo.
Se caen, se pierden camino a mi centro magmático
las ropas, las ideas,
las palabras adecuadas en los momentos adecuados.
El mundo es pura gravedad
Y eso me hace caer siempre parada
A lo gato.

(Otra vez felina, débil a las cosquillas.
Un poco atrás de las orejas
Y ya soy una brisa pava
Revoloteando apenas la cama.)

¿Será que ya no puedo hablar de las grandes cosas que hacen grandes hombres gloriosos y tan aireados en lo soleado de un prado?
Será que han quedado para mi
Las achuras de la historia,
La luna, claro, la noche reiterada sobre
Las hembras peludas y los hombres sensibles,
las cosos y los cosas,
 el sexo desfigurado,
Lleno de colores, de formas,
Los payasos. La risa. La duda.

Es que menstruar me pone sinceramente pelotuda,
En términos de productividad moderna y de cinismo posmo.
Me pone algo así como una vieja bruja porno.
Como un niño con la boca llena de tierra
mirando un tren en su marcha infinita al matadero.
La sangre corre muy adentro del horizonte
Y todos esos gritos
Me vienen a buscar
A llevarme con ellos.
Seré una vaca más,
Pero reencarnaré como tora bajando por la tráquea
y con un cuerno filoso te voy a señalar
el lugar exacto
en donde se guardan las armas,

eso que le dicen alma.

Daniela Claveles
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